Las madres deben vivir con plenitud sus derechos humanos
El Día de la Madre es un momento propicio para que nos preguntemos: ¿qué necesitan nuestras madres?; ¿qué las hace más plenas y empoderadas?
Autor: Fabián Trejos Cascante. Gerente General Asociación Gerontológica Costarricense (AGECO)
Madre, es una palabra que no debería estar sujeta a tantos estereotipos. Una madre es mujer, ciudadana, trabajadora y persona. Desde la Asociación Gerontológica Costarricense (AGECO) hemos podido capacitar a mujeres en comunidades, en cursos y hasta escucharlas en nuestra línea telefónica. Esto nos da la oportunidad de conocer sus preocupaciones, sus angustias, sus miedos, anhelos y retos. Es lamentable que recibamos algunas llamadas de mujeres, en algunos casos madres, quienes denuncian sufrir de violencia y agresión en sus propios hogares.
Basta de reforzar estereotipos que encasillan a las madres como figuras incondicionales dispuestas al sacrificio sin pedir nada a cambio. Es prioritario recordar que una madre es ante todo una persona, y, por tanto, merece justicia, equidad y libertad; debe vivir con salud, paz y bienestar. Esta fecha es propicia para reflexionar de manera crítica sobre el trato que les brindamos y si les permitimos vivir con plenitud sus derechos humanos.
Concebir a las madres como seres abnegados es cómodo ya que exonera de responsabilidades estructurales. Las madres deberían de sentirse empoderadas, con autorrealización personal, con pleno acceso a la salud y a desarrollar su trabajo con un pago justo. Ellas merecen una vida segura, sin violencia. Debemos reconocer que una madre tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, a contar con apoyo social, a no cargar sola con la crianza y a no ser explotada emocional ni económicamente bajo el disfraz del amor incondicional.
Toda persona debe vivir priorizando su propio bienestar; con plenitud, en especial, las madres durante la etapa de la vejez. Es fundamental apoyarlas para vivir con autonomía y que puedan ejercer la totalidad de sus derechos con libertad. Este año, si valoramos a nuestras madres, más allá de obsequiarles flores, chocolates u otros regalos materiales, pensemos en cómo podemos mejorar sus vidas para que las vivan más plenas.