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En las últimas semanas, el país ha sido testigo de un valioso proceso de diálogo en torno a la actualización del reglamento que norma el funcionamiento de los centros educativos privados.

Lo más edificante de este esfuerzo es que las distintas propuestas presentadas ante el Ministerio de Educación Pública (MEP) han partido del respeto a la libertad de enseñanza como valor esencial y han propiciado una coordinación sincera entre el propio MEP y las instituciones que, con responsabilidad y visión, buscan construir juntos una normativa moderna por el bien del país.

En este contexto de apertura y colaboración, vale reconocer también el papel de los medios de comunicación que se han interesado en dar seguimiento al proceso. Su cobertura ha permitido que muchos maestros y maestras nos sintamos visibilizados e identificados con nuestro entorno laboral, más allá de la cotidianidad, y nos ha recordado que somos protagonistas del presente educativo y constructores del futuro que el país necesita.

Como educadora, he seguido con atención las noticias y conversaciones recientes sobre este tema país tan importante. En especial, me ha parecido muy enriquecedor conocer este proceso que vive Costa Rica tras casi treinta años de mantener un reglamento que regula a los centros educativos privados sin haber sido actualizado desde 1995.

Es realmente valioso ver cómo, después de tanto tiempo, se abren espacios para dialogar sobre la educación desde una mirada amplia y constructiva, donde participan tanto las instituciones públicas como las privadas, cada una desde su aporte y su experiencia.

Durante años, quienes trabajamos en este ámbito hemos sentido la necesidad de contar con un marco claro y equilibrado que reconozca la libertad de enseñar, la autonomía institucional y, al mismo tiempo, la responsabilidad compartida de formar personas íntegras, críticas y comprometidas con su entorno. Por eso, saber que distintas comunidades educativas se unieron para elaborar una propuesta seria y propositiva entregada al MEP el pasado 7 de octubre renueva la confianza en el diálogo y la cooperación.

Dialogar abre también una oportunidad muy valiosa: revisar y aliviar cargas administrativas, duplicidades y procedimientos excesivos que no corresponden al quehacer de la educación privada, favoreciendo así un uso más eficiente de los recursos públicos y contribuyendo a fortalecer la educación pública que todos deseamos ver prosperar.

Lo más valioso de este momento es que el país está haciendo una pausa para reflexionar y mejorar. El MEP ha promovido espacios de revisión y apertura, y los centros educativos, así como las organizaciones que los acompañan, los están aprovechando para construir juntos. Esa actitud de escucha y colaboración demuestra que la educación costarricense sigue siendo un punto de encuentro donde todos compartimos un mismo propósito: brindar más oportunidades, más libertad y más calidad a las generaciones que vienen, en la Costa Rica que tanto amamos.

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