Escrito por Lucía Vargas - Mario Espinoza
Area de conservacion Guanacaste
Para mantener poblaciones saludables de peces, que garanticen el aprovechamiento sostenible de las comunidades costeras, debemos identificar y proteger sus hábitats esenciales.
En general, hábitats esenciales como manglares, estuarios y arrecifes rocosos o coralinos, funcionan como santuarios durante las primeras etapas de vida de un pez, en donde estos crecen de manera segura hasta alcanzar tamaños adecuados para su reproducción. Por lo tanto, al proteger los hábitats esenciales de especies de interés pesquero, estamos asegurando el futuro de nuestros recursos marinos y la salud del océano.
Conocer cómo los peces se distribuyen y usan diferentes ambientes costeros es particularmente importante para evaluar el efecto que puede tener la presión pesquera, la contaminación, la degradación del hábitat y el cambio climático sobre sus poblaciones. Estas amenazas son cada vez más latentes en nuestras costas y requieren de una adecuada gestión pesquera.
Pero, ¿Cómo podemos identificar los hábitats esenciales de peces de interés pesquero? La respuesta está en descifrar el comportamiento durante las etapas tempranas de su vida. Por ejemplo, al responder preguntas como: (1) ¿Cuánto tiempo permanece una especie en hábitats que podrían ser esenciales?, (2) ¿Ofrecen estos sitios los recursos y las condiciones adecuadas que requieren los peces para sobrevivir?, y (3) ¿Afectan los cambios estacionales en las condiciones del mar la forma en que utilizan estos entornos?
Estudiar el comportamiento espacial de peces puede ayudar a generar información con alta aplicabilidad al planeamiento espacial marino y el manejo pesquero basado en ecosistemas.
Descifrando la vida secreta de los pargos en Bahía Santa Elena
En el año 2020, cuando el país aún se enfrentaba al gran reto de la pandemia, un equipo conformado por la estudiante de la maestría de Gestión Integrada de Áreas Costeras Tropicales (GIACT) de la Universidad de Costa Rica (UCR), Lucía Vargas Araya, el profesor e investigador del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR-UCR), Mario Espinoza, e investigadores de la Universidad de Windsor en Canadá, Jordan Matley y Aaron Fisk, buscaron comprender cómo los pargos, el principal grupo de peces objetivo de los pescadores de pequeña escala en el Pacífico norte de Costa Rica, estaban utilizando la Bahía Santa Elena como un hábitat esencial.
El Área Marina de Manejo Bahía Santa Elena (AMM-BSE) fue un escenario interesante para el estudio porque: 1) Tiene un paisaje marino diverso, que va desde manglares hasta ambientes arrecifales, 2) Debido a su aislamiento y a la protección de los bosques aledaños, presenta una baja presión humana, 3) Se ve afectada por un fenómeno natural estacional llamado "afloramiento", que ocurre entre diciembre y mayo debido a los intensos vientos alisios. Estos vientos desplazan el agua cálida de la superficie, permitiendo que emerja agua fría y rica en nutrientes desde el fondo. Esto crea un período de alta productividad y una dinámica abundante en vida a lo largo de la cadena trófica.
Durante los meses de afloramiento, las condiciones oceánicas se vuelven inestables. Por ejemplo, durante esta época la temperatura, oxígeno disuelto y acidez de las aguas puede cambiar considerablemente en lapsos muy cortos, lo que es un gran desafío para los peces. Es probable que algunos peces respondan a estos cambios moviéndose hacia áreas más idóneas, ajustándose a las condiciones oceanográficas. Además, el AMM-BSE ha sido identificada como un área de particular interés por la alta abundancia de pequeños individuos de pargos de múltiples especies, lo que sugiere que la bahía podría funcionar como un criadero para especies de interés comercial. Sin embargo, aún se necesitaban más pruebas para asegurar que la bahía realmente estuviera contribuyendo al crecimiento y mantenimiento de las poblaciones de estos pargos y para entender qué características de esta posible guardería, la hacen un buen lugar de desarrollo.
Tecnología en acción para el monitoreo de pargos
Para responder a preguntas sobre el movimiento y uso de hábitat de los pargos en Bahía Santa Elena, el equipo de investigadores aprovechó la colaboración entre Universidad de Windsor y el CIMAR-UCR para monitorear a los pargos mediante una innovadora tecnología: la telemetría acústica. Esta técnica permite el rastreo continuo de peces a diferentes escalas espaciales y temporales. En nuestra región, son pocos los estudios costeros que utilizan está tecnología para monitorear poblaciones de peces de interés comercial, por lo que este estudio en AMM-BSE fue pionero e innovador.
La telemetría acústica pasiva permite rastrear a animales acuáticos, como peces, tortugas marinas, invertebrados, entre otros. Funciona con dos dispositivos principales, un transmisor y un receptor acústico. El transmisor, o marca acústica, es un pequeño dispositivo que emite una señal y que se coloca interna o externamente en el animal. El receptor, o monitor acústico, se coloca bajo el agua para “escuchar” la señal de animales previamente marcados con transmisores acústicos. Al colocar varios receptores en ubicaciones conocidas, es posible obtener información espacial más precisa de dónde y cuándo están presentes los organismos marcados en un sitio. En general, las marcas acústicas que se utilizan en este tipo de estudios pueden durar semanas, meses o incluso años, proporcionando información del comportamiento de una o varias especie según el interés del estudio.
La telemetría acústica pasiva permite monitorear continuamente la presencia de organismos marcados con transmisores de señal acústica. La señal es grabada por redes de receptores, o monitores, acústicos, colocados bajo el agua.
Entre agosto y octubre de 2020, los investigadores realizaron un estudio preliminar en el AMM-BSE, el cual demostró la efectividad del equipo acústico en este sistema estuarino que es Bahía Santa Elena, y además, se determinó que los radios de detección de los receptores acústicos en algunas áreas de la bahía podían ser de hasta 200 m.
Una vez comprobado el éxito del equipo acústico, en noviembre del 2020, los investigadores procedieron a colocar transmisores acústicos en 30 pargos de dos especies, el pargo de Colorado (Lutjanus colorado) y el pargo colmillón (Lutjanus novemfasciatus). Ambas especies son muy abundantes dentro del AMM-BSE, particularmente en etapas tempranas de vida, y se sabe que tienen una alta asociación a ambientes estuarinos. Tanto el pargo colorado como el pargo colmillón son de alto interés para la pesca comercial y también son buscados para la pesca deportiva, pues pueden alcanzar grandes tamaños. Con la ayuda de operadores turísticos locales, el equipo colocó 28 receptores acústicos cubriendo toda la gama de ambientes presentes en el AMM-BSE. Cada tres o cuatros meses, durante un período de casi dos años, el equipo se sumergía y descargaba las detecciones registradas de los receptores en una computadora.
Trabajo de campo y colocación del equipo de telemetría acústica pasiva en el Área Marina de Manejo Bahía Santa Elena
Crónicas de pargos en Bahía Santa Elena
Tras 642 días de monitoreo, los resultados sugieren que, efectivamente, la bahía está actuando como un lugar de crianza para el pargo colorado y el colmillón, pues estos permanecen allí a largo plazo cuando son pequeños y comienzan a explorar áreas fuera de la bahía con el tiempo. Los pargos pasaban su tiempo principalmente en las regiones más internas de la bahía, donde se encuentran parches de manglares más extensos. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, los pargos marcados parecían moverse gradualmente desde los manglares hacia los ambientes medios y externos, donde hay principalmente arrecifes rocosos. Esto sugiere que la bahía está facilitando las transiciones entre las etapas de vida de los pargos estudiados. Además, se observaron patrones temporales, ambas especies parecen hacer un mayor uso de la bahía durante los meses de surgencia, lo que destaca la relevancia de hacer más investigación sobre el potencial de la bahía como refugio cuando las condiciones se ponen difíciles en el exterior, o como un lugar donde la alimentación y las condiciones la hacen más adecuada en esta época del año.