Publicidad

Miguel Fajardo. Solo la noche. San José: Departamento de Publicaciones, Ministerio de Educación Pública, 1989: 79 páginas.

Por: Lic. Miguel Fajardo

Publicado por el Departamento de Publicaciones del Ministerio de Educación Pública. Edición de 1000 ejemplares. Portada del artista liberiano Johnny García Clachar.

El poemario marca la ruptura del yo en la búsqueda del ser humano en el origen de su circunstancia histórica.  A pesar de todo, la esperanza subyace como una fuerza portadora de luz y de misterio.

El hablante lírico insta al individuo a vivir para seguir luchando contra el dolor o la opresión.  Este libro le habla al ser de nuestra América. Incorpora luchas en el ámbito de la gran confusión, el caos, la destrucción actual, pero lo hace desde la perspectiva de su verdad defendida.

En el texto hay referencias a las injusticias socioeconómicas, sociopolíticas y socio-morales del orbe latinoamericano. Incluye el poema “Certeza”, ganador del premio “Alfonsina Storni”, 1988, el cual recibí en Buenos Aires, Argentina.

“Solo la noche” fue dictaminado para su publicación por el escritor y académico M.Sc. Vernor Muñoz.  Fue presentado por la Dra. Rima de Vallbona, el 15 de julio de 1989, en ese momento, Catedrática de la Universidad de Houston, Texas, EE.UU.

Los 55 textos de este libro fueron escritos entre (1984-1989). El poeta y crítico Luis Enrique Arce señala: “La noche es un camino ciego; un túnel de oscuridad en el que rebasan el pesimismo, el deterioro del hombre, el empecinamiento por redimir solo muerte postergada. Por eso sube a los metros altísimos de sombra en sombra, de cerrojo en cerrojo.- “Sé de mudos que nos gritaron a todos su alternativa con la vida”. “Ellos aprendieron a nacer contra la fuerza”. Es aquí donde se emplaza la voluntad minusválida del hombre, hombre ciego, sordo, conformista, el que se tapa la cabeza con arena. He aquí un clímax, el poeta insta a vivir, a sacar todo el manto oscuro de la noche, las tinieblas de la rebeldía.  Aquí el poeta es Ariel” (Luis Enrique Arce, LVP, setiembre 1989, p. 15).

Débiles asombros

Nos enfrentamos

a la débil

luz del asombro,

al finísimo

riesgo de la sombra,

a las calles solas

que manifiestan con pancartas

su rojizo asedio por la muerte.

El temor de la noche

es una vela encendida

contra las altas torres

de la siembra.

El holocausto: nunca más.

La fuerza

de la claridad

es un sol iracundo,

una fruta desolada

en la clandestinidad

de los navíos.

Amarrados, en la certeza

de las filas,

la herida

es un círculo

que se repite solo, acompañado

sin nadie, sin ese alguien

que llora, sin el lamento

del cielo, oscuro

y cierto,

en la estación

precisa de Sobibor.

 

Desde el incendio

Los poetas nos reunimos

para hablar desde el incendio

contra sistemas que anulan.

sobrevivimos en la medianoche.

Voces que conocimos

están con nosotros,

con sus palabras y respaldo

en el labio de la memoria.

Es la palabra planetaria

que reclama el día con su noche plena

en la estación curiosa del terror.

La búsqueda es un territorio

que presagia la victoria

ante el insomnio de la muerte.

hablo del ser humano, de la paz ausente

en ciertos mares, en tierras límites.

El déspota de hoy

Será el mismo de mañana.

a veces, increíble verdad:

asesinan

y no nos conmovemos;

violan y no nos damos cuenta

de que también así

somos cómplices de la tortura.

Hay que hablar desde el incendio.

Fuente: SOLO LA NOCHE (1989).

Publicidad

Recientes