Esto es mucho menos conveniente cuando estamos al inicio de una de las peores recesiones que afectará a nuestro país en tiempos modernos. No conocemos país que haya superado una recesión económica, siquiera mencionando impuestos.
Tanto empresarios como la población, requieren certidumbre y claridad en lo referente a la reapertura a la normalidad de las diversas actividades económicas, cerradas por las directrices del gobierno frente al covid-19.
Dicha reapertura no debe dejar pasar más tiempo, pero en el discurso presidencial fue un tema pesado en ideales pero ligero en propuestas. El país no puede tener más dudas sobre la manera de planificar su futuro inmediato, tanto en inversión como en consumo. La institucionalidad del país en materia de salud pública ha demostrado solidez y capacidad para que dicha apertura se realice con la debida administración de los riesgos sanitarios asociados al contagio.
Igualmente, extrañamos del mensaje presidencial una mirada más contundente en los temas de mediano y largo plazo, que son los que terminarán de impulsar la economía: energía, seguridad jurídica, inversión privada, exceso de leyes anti-empresariales, reducción de acoso regulatorio, reducción de tamaño del Estado, entre muchos otros.
Todo esto es urgente para rescatar a miles de costarricenses del desempleo que ya teníamos y al que ahora suma la crisis sanitaria.